Quizás pasen años para tomar real dimensión de lo sucedido. Tal vez no nos demos cuenta ahora que todo es tan reciente, que todavía los músculos están cargados, el corazón sigue acelerado y la cabeza obligada a pensar en un torneo local por demás complicado y una nueva División de Honor a la vuelta de la esquina.
La vida acelerada, sin pausa, deja pocos lugares para frenar la bocha y recapitular todo. Nos debíamos unos minutos para agigantar lo vivido. Siempre hay que ponderar ese ejercicio y no separar jamás la acción de la reflexión: esos históricos seis días en Santa Cruz de la Sierra seguramente hayan sido el momento más importante a nivel deportivo para este humilde club de barrio.
Este club, social y deportivo, con pocos recursos pero mucho esfuerzo, nacido en el seno de un grupo de muchachos que soñaban con jugar al fútbol representando a un equipo, allá por 1928, se metió entre los cuatro mejores de un Torneo Sudamericano de futsal, en su primera incursión internacional. Sí, dentro de los mejores 4. Sí, en un torneo internacional. Sí, en su primera experiencia fuera del país.
Nos propusimos salir. Y si salíamos, teníamos que llegar. Y si llegábamos, teníamos que entrar. Y si entrábamos, teníamos que triunfar. Y acá estamos tan llenos de orgullo y sueños, con la cabeza bien alta, triunfantes, llevando el nombre e impronta de Villa Malcolm a latitudes jamás imaginadas allá por el 2013 cuando daba sus primeros pasos en este deporte. Es poco el tiempo que pasó para tantas cosas que se lograron. Quizás no caigamos hoy, ni mañana, ni dentro de unos años. Pero este momento ya nada ni nadie lo podrá borrar.
#SiempreATuLado
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